jueves, 16 de marzo de 2006

Hace poco tenía un canario precioso...

lo tenía dentro de una jaula y era un canario cantarín. Cuando estaba feliz cantaba dulcemente y piaba de vez en cuando. Le gusta que le sacaran al solecito cuando corría aire tibio, y que le metieran dentro de casa por las noches. Necesitaba que le pusieran de comer y beber en la jaula. yo pensaba aveces algunas cosas...
Podía ocurrir que un día la jaula se quedara abierta por algo, el canario en ese caso podía optar por salir de ella, volar en libertad, estirar las alas y sentir fuertes sensaciones como vértigo o vivir experiencias inolvidables como posarse en árboles o conocer otros pájaros en libertad, pero en la calle solo podía tener un final, así que o volvía a la jaula o se entregaba a un destino inevitablemente cruel.
Otra forma de terminar con mi canario es que la jaula se caiga al jardín desde un tercer piso por una ráfaga de viento, entonces el pajaro se muere por el golpe. Otra opción es que venga un halcón y se carge al pequeño pajaro... Podría seguir con infinitas formas de cargarse historias en las que aun queda amor... Pero el final no debe llevarse siempre toda la importancia de la historia de amor. ¿Qué más da por qué se terminó o cómo ocurrió?
La cuestión es que el periquito es feliz por que vive en un sitio que es suyo, privado, está limpio, sus necesidades primarias están resueltas y solo tiene que pensar en cantar. Lo más importante es que se siente autosuficiente y que ve el paisaje a través de barrotes, que con el tiempo termina ignorando.
Eel amor es una prisión por la que toda persona debe pasar alguna vez en la vida y aprender en ella, algunos morirán en esa prisión y otros solo estarán de paso. Durante ese tiempo serán perquitos cantarines, de plumas brillantes y vida cómoda.

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